Historia
Según diversos investigadores, y a la luz de los descubrimientos realizados por éstos (hachas de piedra pulimentada, dólmenes, petroglifo ..), parece ser que en el término municipal de Villavieja existieron asentamientos humanos ya en épocas prehistóricas.
Según parece, el topónimo «Villar» se usaba durante la Edad Media para designar poblaciones en las que se encontraban restos de asentamientos anteriores que, generalmente, solían corresponder a la época romana.
Según Ramón Grande del Brío, en su libro «Villavieja de Yeltes, Blasón de la Charrería», el panorama demográfico, entre los siglos V-XII, sería el siguiente:
Siglo V: poblamiento tardorromano en Las Aldehuelas, Santidad y Villavieja.
Siglos VI-VII: asentamientos visigodos.
Siglos VIII-XI: incorporación de elementos mozárabes.
Siglos XII-XIII: reorganización territorial y arribada de repobladores, procedentes, en su mayoría, del norte de la Península Ibérica. En dicho periodo de tiempo, Villavieja y otros pueblos comarcanos pasarían a pertenecer a la Orden del Temple.
Hacia finales del siglo XII, el núcleo de Villavieja no alcanzaría a tener más allá de una decena de vecinos, según las estimaciones llevadas a cabo por el investigador Julio González para las aldeas reorganizadas por Alfonso IX.
En el año 1440, el rey Juan II, padre de Enrique IV, en reconocimiento a los servicios prestados a la corona por Ferrand Nieto el Mozo, hizo donación a éste de «… mis lugares que dizen Villar de la Vieja e Vañovárez, aldeas e lugares de Çibdat Rodrigo, con los vasallos e vezinos e moradores dellos …».
Es en este documento de cesión en el que aparece el sello dado a conocer por Agustín Velasco Merchán y que, con el devenir del tiempo, los villaviejenses han adoptado como escudo de la villa.
El concejo de Ciudad Rodrigo se opone fuertemente a esta cesión y entabla una serie de pleitos que se resuelven en el año 1445, en el cual, el rey Enrique IV terminó por conceder a Ciudad Rodrigo la jurisdicción de los lugares de Villar de la Vieja y Bañobárez.
Según cuenta Ángel Bernal Estévez en sus «Apuntes sobre la Historia de Villavieja», publicados en la revista «El Encinar», Villavieja sufrió entre los años 1474 y 1480 las nefastas consecuencias de la guerra civil que mantuvieron Isabel la Católica y su sobrina Juana la Beltraneja, apoyada esta última por las tropas portuguesas.
Recibió el título de villa de manos de Felipe II en 1571 cambiando el antiguo nombre y desagregando el término del alfoz de Ciudad Rodrigo. En dicho año VILLAVIEJA es enajenada junto a su población, señorío y alcabalas a Garci López de Chaves, noble mirobrigense, con la oposición del Concejo de Ciudad Rodrigo, de los Pacheco, marqueses de Cerralbo y de los propios habitantes de la villa. Parte del documento de venta fue publicado por Ángel Bernal Estévez en los citados apuntes publicados en la revista local «El Encinar»:
«En el año pasado de 1571, mandé tomar asiento y concierto con vos Garci López de Chaves de Herrera, sobre que os vendiese el lugar de Villar de la Vieja, que agora se llama Villavieja, que es de la jurisdicción de Ciudad Rodrigo, con sus términos y vasallos y jurisdicciones, montes, ríos, pastos, prados y abrevaderos y con todo lo demás anexo y perteneciente en cualquier manera al señorío y jurisdicción del dicho lugar y con sus alcabalas, pechos y derechos…».
El importe a pagar por Garci López de Chaves a la Hacienda Real por los vecinos que habitaban Villavieja y por las alcabalas ascendieron a un total de 18 millones de maravedís, que fueron satisfechos mediante pagos fraccionados a lo largo de cinco años.
La venta de Villavieja se enmarcaba dentro de la campaña de recaudación de fondos para financiar las diversas guerras en las que el rey Felipe II se hallaba inmerso. Cuando éste vendió Villavieja a Garci López de Chaves le concedió la facultad de «… hazer e labrar en el dicho lugar una casa fuerte o fortaleza…», cuyos restos bien pudieran ser los situados en la zona del pueblo denominada «El Torreón» y que está en las inmediaciones de la Iglesia.
Por dos veces sufrió Villavieja el terrible saqueo y la destrucción y, en ambas ocasiones, las causantes de dichas desgracias fueron las tropas portuguesas. A una de ellas ya se ha hecho referencia con anterioridad. Fue durante la Guerra Civil entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja.
La otra ocurriría casi un par de siglos mas tarde. El 8 de Septiembre de 1650 se produjo el saqueo de la villa a cargo de las tropas portuguesas, en el contexto de las acciones bélicas consecuencia de la Guerra Hispano-Lusa de 1640-1668 (Guerra de Independencia de Portugal).
El relato que de este hecho hace Ángel Bernal en los artículos citados:
«El día 8 de Septiembre de dicho año la infantería y caballería enemigas cayeron de improviso sobre la villa, tomándola, saqueándola y quemando gran parte del pueblo. Se daba la circunstancia que dicho día un buen número de vecinos habían ido en romería a honrar a la Virgen de la Peña de Francia, por la que existía gran devoción, quedando poca gente en el pueblo que se refugió en la Iglesia, donde se defendieron y resistieron a los portugueses sin resultar herida ninguna persona, aunque se hicieron algunos prisioneros por cuyo posterior testimonio sabemos que el daño causado a los portugueses fue considerable, pues entre muertos y heridos le causaron mas de cien bajas».
Tres años más tarde, según refiere Nogales Delicado, historiador de Ciudad Rodrigo de fines del siglo pasado, las tropas portuguesas, al mando de Juan de Melo, gobernador de la Beira, intentaron saquear Villavieja, pero salieron a cortales el paso las tropas que estaban acantonadas en Ciudad Rodrigo, que quedaron muy mal paradas, aunque evitaron el saqueo.
Dionisio García Alonso, en su «Geografía Médica de Villavieja» incluye una nota, en la página 2 del Capítulo II, que refleja esa situación: «En un manuscrito del año 1669 dirigido al rey por los vecinos del pueblo, solicitan la rebaja de tributos por lo mucho que tuvieron que sufrir los años precedentes, alojando a los ejércitos que hacían las guerras con Portugal, los cuales se llevaron por dos veces todos los ganados mayores y menores e incendiaron de una vez 173 casas».
Los efectos de esta guerra tuvieron que ser determinantes para la fisonomía del pueblo: tanta destrucción terminó con toda huella arquitectónica anterior, a excepción de la Iglesia, y debió de surgir un nuevo pueblo.
La Guerra de la Independencia (1808-1814) volverá a afectar a la villa y sus pobladores, documentándose la presencia de tropas francesas y aliadas por los contornos, que efectuaban las correspondientes requisas y saqueos de bienes.
Información más amplia sobre la Historia villaviejense puede encontrarse en los «Apuntes sobre la Historia de Villavieja», publicados por Ángel Bernal Estévez en la revista «El Encinar», a partir del año 1982, y en el libro «Villavieja de Yeltes, Blasón de la Charrería» de Ramón Grande del Brío, publicado por el Ayuntamiento de Villavieja de Yeltes en 1999.